El celular de la veterinaria de barrio Saladillo suena, reiteradas veces, como de costumbre. En esta oportunidad una señora, Sara, busca soluciones para su mascota, Dalton. Un perro “grande” con un tumor abscedado en el cuello, infección que además ha sido invadida por moscas que al reproducirse desencadenaron una miasis.
La ciudad de Rosario cuenta con el Instituto Municipal de Salud Animal (IMuSA), que sólo brinda atención en salud veterinaria de nivel primario (esterilización, vacunación antirrábica y desparasitación parcial de perros y gatos), y este cuidado lo llevan a cabo médicos/as veterinarios/as y pasantes de la Universidad. Pero para otro tipo de problemas de salud de mascotas no hay un servicio público que pueda cubrir este tipo de situaciones.
Antes de concretar la tercera consulta, Sara llevó a su perro al IMuSA. Allí le explicaron que el animal era muy grande y que había riesgo de operarlo: “No se puede hacer nada” le contestaron.
La segunda consulta fue con un veterinario privado que detalló un presupuesto para la operación de más de $100.000, más gastos de internación y análisis complementarios necesarios.
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En Rosario (2016), gracias a la puja de las protectoras de animales y con el impulso del entonces concejal Carlos Cossia (médico veterinario) llega al Concejo Municipal la ordenanza N°9702 que plantea la creación de un Hospital Veterinario Público “Dr. Rafael Albarracín” cuya función es brindar “una atención médico-veterinaria gratuita y adecuada para atender las necesidades básicas del bienestar animal en el Municipio, como así también en lo que corresponde a emergencias, cirugías programadas, accidentes en la vía pública, cirugías traumatológicas y enfermedades infecciosas”. Este proyecto contempla la garantía de atención médica a los animales de personas de bajos recursos, controlar la superpoblación animal de la ciudad con “métodos éticos y efectivos”, atender casos de animales “abandonados, lastimados, accidentados, enfermos o que precisen de una atención médico veterinaria, cualquiera fuera la causa” y finalmente, colaborar con la salud pública y el bienestar social. La ordenanza n°9702 fue aprobada por unanimidad en el recinto el día 22 de diciembre del mismo año. Al día siguiente, el Boletín Oficial Municipal Electrónico no reflejó esa aprobación.
Los portales de noticias rosarinos cubrieron el antes, durante y después de aquel suceso; anticiparon a la sociedad los beneficios de la creación del hospital, destacaron el esfuerzo del cuerpo legislativo y la iniciativa de protectoras animales. El Diario Digital “Conclusión” tituló: “Rosario contará con un hospital animal municipal y gratuito. Se aprobó por unanimidad en el Concejo la creación de un centro de salud para mascotas en la ciudad. Conclusión dialogó con el edil Carlos Cossia, impulsor del proyecto, quien dio detalles sobre este «derecho para los ciudadanos».”
Casi ocho años después no hay respuestas ante los reclamos realizados por protectoras animales y ediles por la falta de cumplimiento de la ordenanza N°9702. “El municipio nos tiene acostumbrados”, dice Julián Ferrero, actual Presidente de la comisión de Ecología y Ambiente (Ciudad Futura). “Es habitual que desde el Concejo aprobemos cosas que después no se ponen en marcha. Y no tenemos grado de incidencia más allá de lo legislativo al no formar parte ni del poder ejecutivo ni del gobierno. Depende de ellos qué quieren hacer cumplir y lo que no.” Además, “esta ordenanza propone un marco normativo general, (cuestiones muy generales) y no detalla mucho, sólo dice que depende del área de salud pública, que es parte del Ejecutivo, entre comillas, más conveniente porque no queda tan condicionado a cumplir”, agregó el concejal.
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Ante la incertidumbre y la escasez de recursos económicos Sara continúa en la búsqueda de posibilidades para la atención de su mascota. La tercera es la vencida y llama a otra veterinaria. Cuando el profesional llega al domicilio se encuentra con el relato injusto, un perro sufriente y su dueña llorando desconsoladamente porque hace días que los quejidos del animal habitan la casa y ella no tiene con qué costear la atención médica que requiere curarlo. Sarita le dice al veterinario que su última opción es pedirle una eutanasia para Dalton, que cuesta $40.000 y tampoco están a su alcance, pero ruega que la ayude y pagará lo que le alcance.
En el 2023, la Encuesta Hogares Rosario (EHR), realizada por la Universidad Nacional de Rosario, muestra que el 60% de los hogares rosarinos tienen mascotas de las cuales el 34% son perros, el 12% solo gatos y el 13% ambas especies. Rosario se perfila como un territorio con alta presencia de animales en sus hogares; característica que la diferencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde 6 de cada 10 hogares declaran no tener perros ni gatos, es decir que más del 60% de las unidades convivenciales no poseen animales.
A través del censo nacional realizado en 2022 se conoció que la cifra de personas en situación de calle en el departamento de Rosario es de 273 personas. A este precedente se suma el de las autoridades municipales que estiman a julio del 2024 un número de 800 personas durmiendo en la calle. Las encuestas del censo mostraron, además, que en la Argentina cayó la tasa de natalidad, nacieron unos 800.000 niños menos de lo que se proyectaba de 2010 para 2022 y haciendo foco en Buenos Aires, la Encuesta Anual de Hogares (2023) mostró que en los domicilios porteños viven más perros y gatos que niños. Y finalmente, desde los datos generados por la Encuesta Permanente Hogares-Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Argentina), entre los años 2023 y 2024, se observa un marcado incremento en la incidencia de la indigencia y de la pobreza. Entre el 2° semestre de 2023 y el 1° semestre de 2024, la población en situación de indigencia pasó del 12,3% al 18,1% y la población en situación de pobreza se incrementó del 41,9% al 52,9%.
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La expresión “dar gato por liebre” surge en la Edad Media debido a la creencia de que en las tabernas, posadas, mesones y puestos ambulantes se servía carne de gato pero se la hacía pasar por carne de liebre, conejo o cabrito, que era de mucho más valor. Efectivamente se servía “gato por liebre” y ocurría porque el aspecto físico de estos animales una vez desarrollados era similar, al igual que su sabor, por lo que pocas personas eran capaces de darse cuenta del engaño.
Aquella veterinaria de barrio Saladillo se encuentra con frecuencia consultas que fueron rechazadas por el IMuSA. “Los animales viejos no pueden operarse”, “operaciones complejas corresponden al ámbito privado”, “perros braquicéfalos no son atendidos”, “si gastaste dinero en un perro de raza tenes el poder adquisitivo para hacerlo atender con un profesional de manera privada”, son algunos de los justificativos ante la falta de prestaciones médico veterinarias. Los llamados, como el de Sara, se acrecientan. La municipalidad no cubre las demandas de la sociedad y sus mascotas. La ordenanza N°9702 sigue pendiente y en la coyuntura es cada vez más urgente. Que no nos vendan “gato por liebre”.
Por: Ponce, María del Rosario; Suárez, Carla y Denardo, Germán.
Ilustración: IA Canva