Cuando nacemos lo primero que hacemos es inhalar y lo último que haremos es exhalar. En el medio transcurre la vida. Es transcurrida por el ego, sea bueno o malo. Todo dependerá de cómo decidimos vivirla, cómo nos formaron de pequeños, cómo entendemos la relación entre felicidad y placer.
Es complicado reconocer el ego. Por naturaleza uno se jacta de tener la razón en algo o pensar estoy equivocado. El ego es esa barrera que nos separa del resto de las personas de nuestro entorno. Lo podemos reconocer sutilmente cuando digo: «Yo tengo razón», pero también: «Estoy equivocado, que nabo que soy».
Con una mente calmada, serena y centrada reconocemos el ego y podemos dejarlo de lado. No eliminarlo. No se puede disolver el ego, siempre está en nuestra existencia. Al correr el ego, privilegiamos el bienestar de un entorno y mente saludable y no imponemos una barrera que nos separa y enfrenta con los demás. Pero mejor nos quedamos con expertos que nos digan de qué se trata el ego.
«En el fracaso es cuando necesitamos aferrarnos a nuestro ego para tener la fortaleza de seguir adelante y del éxito soltarlo para no crear esa separación con los demás cuando un equipo siente que todos lograron es mucho más fácil y mucho mejor», dice Francisco Moreno Ocampo, Instructor avanzado de la Fundación El Arte de Vivir. En esta misma línea, se puede mencionar que, en la existencia humana, necesitamos a nuestro cuerpo para existir, respirar para sobrevivir, una mente para razonar y lo hacemos con el intelecto, la memoria para no olvidar, el ego y el ser. Son las 7 capas de la existencia las que nos permiten vivir en plenitud si las conocemos bien: Cuerpo, respiración, mente, intelecto, memoria, ego y el ser.
“Nunca en la vida se puede ser feliz con un ego desmedido”, afirma el doctor Manuel Sans Segarra. En un reciente vídeo de TikTok, el especialista, habló sobre la fuerte contradicción entre ego y felicidad. Hay consecuencias negativas del ego desmedido. No obstante, no se debe confundir el placer con felicidad. El placer es terrenal y la felicidad es una decisión, independientemente de lo que pase en el día a día. Cada día hay que decidir ser feliz, una de las bases para esto es estar agradecidos (con todo lo que se te pueda ocurrir).
según el experto, el ego proporciona placer, pero no la auténtica satisfacción que las personas buscan en su vida cotidiana. Desde otro punto de vista, el ego se vincula con el placer, eso sería la satisfacción personal que sentimos cuando cumplimos con un objetivo. El placer proporciona una sensación de satisfacción, en ocasiones asociada a fines materiales. Por ejemplo, cuando he conseguido un trabajo que deseaba, cuando he aprobado un examen difícil, cuando me he comprado un auto nuevo.
Según el doctor Segarra, el ego se estructura a través del carácter, y el carácter por un conjunto de hábitos, es decir, un comportamiento retroactivo que al final termina creando dinámicas perjudiciales. Pero, si bien es cierto que el ego (entendido como autoestima) puede proporcionar un bienestar, a la larga, se puede convertir en un obstáculo en la vida, dañando las relaciones interpersonales con las personas.
“El ego se mueve siempre, no lo olvidemos nunca, por una dinámica mental, lo que llamamos carácter. Y el carácter se estructura por unos hábitos y, según los hábitos, nosotros pensamos y según pensamos, tenemos unos sentimientos. Es decir, la vida afectiva es consecuencia del pensamiento que tenemos”, aclara el doctor en su perfil de TikTok.
Hablando de hábitos, existe una tendencia al ego, nunca proporcionarán la verdadera felicidad. Según el doctor Segarra, la asociación entre placer y felicidad es un error muy grave. El individualismo produce una falsa sensación de dopamina en el cerebro, sin embargo, la auténtica felicidad es algo que depende mucho más de la capacidad de las personas de vivir haciendo algo por otro de forma desinteresada. Hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio. Por ejemplo, pagarle un boleto de colectivo a alguien que se quedó sin crédito, ayudar al vecino a cargar bolsas del supermercado, compartir con un compañero de trabajo un café y preguntarle como está, como se siente y así ponerte a disposición. Teniendo en cuenta, que uno no debe descuidar su salud y bienestar, pero la felicidad está garantizada.








