¿Hay algo superior a los seres humanos?
No sería posible que estemos aquí si no existiera algo superior a nosotros que nos haya creado y nos haya dado las herramientas que tenemos. Sin embargo, lo que la institución religiosa terminó haciendo fue convertirnos en víctimas, manipulando nuestra mente para que no pensemos, para que aceptemos el sufrimiento y creamos que Dios debe estar lejos de nosotros.
La verdad es que el verdadero Dios sos vos, y Dios está dentro de tu propio ser.
Hay una fuente, un origen del cual provenimos; ese origen es un Dios, y fuimos creados a su imagen y semejanza. Poseemos todos sus dones, su virtud y su esencia. Nosotros somos amor puro, tal como Dios lo es; lo que no somos es el Dios creador en su totalidad, pero sí somos Dios, somos una parte divina de Él.
—Eso me abre otra pregunta bastante existencial: ¿de qué estamos hechos, qué somos realmente?
—Amor y abundancia. Somos naturaleza.
Lo único que nos diferencia del resto de los seres vivos es que tenemos mente y emoción. Y justamente esa mente y esa emoción nos hacen vivir este plano de una manera distinta. Pero si querés saber cómo vivir la vida, mirá un árbol, un río, un animal salvaje. Somos mamíferos, eso somos.
Cuando nacemos, llegamos a este plano desde un lugar de abundancia total: el vientre de nuestra madre. Y apenas salimos, sentimos frío, vacío, necesidad.
El ego es lo que nos hace sobrevivir. Es el que encuentra herramientas para adaptarse, para buscar abrigo, para comer, para ser aceptados. Pero en ese proceso cubre al ser. Oculta el amor y la abundancia que ya éramos.
—¿Podemos hablar de azar? ¿De coincidencia? ¿De destino?
—Yo hablaría más bien de sincronía y de creación.
Somos creadores de nuestra realidad al cien por ciento, a partir del programa que llevamos en el inconsciente. Carl Gustav Jung, que fue discípulo de Freud, decía que nuestro inconsciente colectivo está gobernado por arquetipos. Y que lo simbólico y lo real son, en cierto modo, lo mismo.
Según su visión, lo que nos sucede en la vida no es azaroso: es una secuencia de hechos que se organizan en sincronía para un bien mayor. Entonces, muchas veces lo que creemos que es “malo” es simplemente lo necesario para que ocurra lo correcto. Lo que tiene que pasar, pasa. Y lo hace para llevarnos a ese propósito mayor con el que venimos.
Por eso se habla tanto de dejar fluir. Cuando forzamos las cosas, solemos alejarnos de ese camino. Pero si confiamos en que el universo está operando a favor de nuestro desarrollo, incluso los eventos difíciles nos van moldeando para convertirnos en quienes vinimos a ser.
—¿Ahí se rompe la idea del tiempo que solemos tener?
—Sí, totalmente. El tiempo tal como lo conocemos es físico, está ligado a la materia. Pero el alma, al igual que el inconsciente, es atemporal. No nacemos ni morimos, simplemente cambiamos de estado. Somos un alma que toma forma para vivir la experiencia humana.
Nacer es pasar del plano álmico al físico. Y morir es volver a ese estado original. Lo que tiene tiempo es el cuerpo, pero el alma no. Por eso no somos un cuerpo que tiene un alma; somos un alma que transita un cuerpo por un tiempo. Lo eterno en nosotros es esa parte espiritual.
Desde ahí, se habla también de un propósito álmico: una razón profunda por la que elegimos encarnar. Entonces empieza el viaje: atravesar nuestra historia. Y eso implica pasar por lo que se llama el “cuarto plano”, donde se encuentran todas las almas. Es el lugar donde elegimos con quién vivir esta vida: papá, mamá, amigos, parejas, incluso personas con las que cruzás una sola vez. Todo tiene sentido desde ese pacto.
En ese plano también se forma nuestra identidad inconsciente: ahí se define el propósito y los desafíos que vamos a vivir. Luego encarnamos y comenzamos la experiencia humana con mente, emociones y cuerpo físico.
Desde esta mirada, todo esto que llamamos “realidad” es solo un sueño. Nada de esto es tan concreto como creemos. La verdadera existencia es el alma, lo demás es parte de una experiencia pasajera.
__ ¿Por qué creés que a muchas personas les cuesta tanto conectar con su parte espiritual?
__ Porque vivimos en un sistema que justamente busca lo contrario: que no conectemos. Si realmente conectas con lo que sos, empezás a cuestionar las estructuras. Jesús proponía algo revolucionario: que cada uno podía encontrar a Dios dentro suyo. Y eso incomoda al poder.
Yo creo que Jesús vino a mostrarnos ese camino interno. Pero a lo largo del tiempo, su mensaje se distorsionó. Nos impusieron la idea de que debíamos obedecer a algo externo, que estábamos por debajo. Y eso contradice la verdadera abundancia que nos fue dada, como un árbol que da frutos o un río que fluye. Pero el sistema económico y social, el capitalismo, necesita que seamos útiles, que sigamos reglas, que nos adaptemos a un molde.
Vivimos interpretando la vida desde programas internos. Todo lo que nos pasa es neutro; lo que cambia es la interpretación que hacemos desde nuestra historia personal. Y esa historia, ese “programa”, muchas veces se formó en la infancia, en nuestras relaciones con nuestros padres, con sus propias heridas emocionales.
Nuestro inconsciente guarda millones de estímulos por segundo, mucho más que el consciente. Por eso, muchas decisiones que tomamos no las estamos eligiendo realmente, sino que vienen desde ese lugar programado.
Y ahí es donde entra el autoconocimiento como herramienta: entender quién sos más allá de lo que te dijeron que eras.
Hay mucho prejuicio en torno a estas terapias porque se las vincula con lo “mágico”. Cuando hablamos de alma o espiritualidad, muchos se cierran. Pero la ciencia lo demuestra todo el tiempo y no lo queremos ver.
A la mayoría, si le preguntás si cree que somos energía, te dice que sí o que no, con dudas. Pero no nos damos cuenta de que estamos hechos de átomos. Y el átomo es 0,001% materia y 99,999% energía. Desde la ciencia, somos más energía que materia.
Sin embargo, buscamos todos los problemas en lo mínimo que somos: la materia. Todo se reduce a eso, y no trabajamos lo que no se ve, simplemente porque nuestra mente consciente no lo puede canalizar.
-¿Qué le diría a alguien que nunca hizo estas terapias y tiene curiosidad?
-Primero, que la curiosidad por sí sola tal vez no lo lleve a encontrarse con su alma, su pasión o su ser. Pero si aparece un síntoma —físico, emocional o existencial— y decide trabajarlo, ahí comienza el camino. Lo importante es encontrar un profesional que le resuene, que no le mienta. Porque esto no es mágico. Esto es un trabajo diario.
No se trata solo del ejercicio que hacés en una sesión, sino de qué entendiste de ese ejercicio y cómo lo llevás a tu vida cotidiana. Como decía Einstein: “Si querés resultados distintos, hacé cosas distintas”. Entonces, el desafío es poner en práctica lo que aprendés.
No hace falta que creas en nada. Esto no es fe, es práctica. Tomá la información, ponela en juego. No podemos decirte qué hacer exactamente, pero sí podemos mostrarte cómo funciona el proceso para que encuentres tus propias herramientas. A veces no se trata de creer o no creer, sino de ver si una herramienta te sirve.
Si alguien te hace creer que esto es místico o mágico, probablemente no sea por ahí.
Terminamos siendo lo que nos hicieron creer que éramos, especialmente por nuestra familia. Pero la razón por la que venimos es para trascender eso. Y si seguimos creyendo que somos eso, sin darnos cuenta de quiénes somos realmente, no trascendemos. Solo somos un personaje que actúa para ser querido, adaptándonos a lo que los demás quieren que seamos.
“No tenes que creer en nada, hacelo empírico. Es una cuestión de práctica”









